lunes, 27 de octubre de 2008

El eterno retorno

Las travesuras de la niña mala, de Vargas Llosa, es el eterno retorno a los momentos de recuerdos.
Lo odié cuando empecé a leerlo, pero no puedo dejar un libro a medias. Jamás. Sería como dejarse la mitad de un trocito de pastel de hojaldre (es mi preferido). Aunque no tengas hambre.
Sin embargo, con los días, leo más y más despacio para no acabarlo. Hoy tan sólo quedan ya 54 páginas.
Otilita es el eterno recuerdo de aquellos que nos hicieron daño, acaso no de nosotros mismos. Y el pichiruchi somos casi siempre nosotros en el eterno bucle de cicatrizar heridas que no llegan a cerrar nunca.
Nunca había aprehendido la frase 'me ha vuelto la vida al cuerpo' hasta la página 313.
¿No has tenido la sensación de que el mundo se detuviera durante un instante, que dura horas quizás, días? ¿Y no has tenido la sensación de que puedes volver a respirar con normalidad cuando acaba ese instante?.
En estos últimos días yo lo he sentido a menudo, casi de forma constante.
Y quizás por eso, los libros, a veces, son más para unos que para otros. Quizás haya que haber sentido todas las emociones del mundo para poder ser parte de unas cuantas hojas, que a lo sumo, en mis manos, no duran más de tres días.

01:14
BSO El zumbido del ordenador, el click de las teclas y el ruido de la calle.

1 comentario:

Alfonso dijo...

Hola sasa, soy Cipo, espera que esta nueva aventura llegué a buen puerto, no zozobres, y nunca vayas a la deriva, porque sabes que cuando la niebla esté más espesa siempre estará la luz de un faro para guiarte.
Un besazo wapa