jueves, 29 de abril de 2010

Crisis individualizada

Supongo que la crisis afecta a los bolsillos más nimios: el mío por ejemplo.

Cobro en torno a los 1.200 euros al mes. Algunos meses más, otros menos. Sí. Soy mileurista. Pero no me quejo en absoluto.

Sin embargo, ni tan siquiera yo que he comenzado con este sueldo mi inserción en la espiral de la vida laboral, soy capaz de adaptarme a él.

Veamos: de esos 1.100 que vamos a poner de media saco 400 todos los meses destinados a la sweet, sweet home (sigo sin independizarme).

¿Dónde se mete el resto?

Me doy cuenta a final de mes de que en 20 absurdas cosas me he fundido lo que podía haber ahorrado.

Ahora tengo coche, gasolina, mantenimiento, seguro...
Quiero poner una ortodoncia...
Quiero comprarme una vespa...
Quiero irme al Rocío...
Quiero viajar a Estambul...
Quiero ir a ver a mi Nenemoosha...
Quiero la colección de Allan Poe...
La matrícula del Máster...

Mil quieros que no dan de sí, mil cosas en los que, occidentalizados, queremos gastar. ¿Cómo voy a irme de casa? ¿Cómo voy a vivir sola? Peor aún...¿cómo voy a hacer todo lo que quiero hacer?

Ahora entiendo a mi madre.

13:24
BSO Muse en la oficina.

1 comentario:

Daniel dijo...

Quizás el problema reside en qué queremos... ¿no?

Muchos errores proceden de premisas incorrectas, de plantearnos cuestiones que verdaderamente son triviales pero que, para cada uno de nosotros, se tornan básicos.

Desde luego que un patrimonio suficiente y la emancipación son elementos esenciales para desarrollarnos como individuos, y en parte, creo yo, para perseguir esa utopía que es la felicidad. Pero... ¿de qué está hecho ese camino utópico? Cada uno tiene el suyo. Lo malo es que muchas veces es barro o cemento fresco ese sendero, otras es el Sol quien nos ciega.

pd: yo quiero verte en CNN, =P